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Tipos de teletrabajo y perfil de los teletrabajadores

El teletrabajo puede darse en una empresa que emplea a personal de su planta para trabajar a distancia. Por lo general, las personas asignadas para cumplir esta tarea pasan por una rigurosa selección y preparación.

También existen los teletrabajadores por contrato, aquellos que ofrecen sus servicios a una empresa por determinado período o para la realización de un proyecto especial, y pueden estar colaborando con varias compañías al mismo tiempo. Estos últimos pueden llegar a convertirse en microempresarios del teletrabajo; se trata de las personas que obtienen contratos con diversos clientes, pueden fundar centros de teletrabajo y tienen a su cargo teletrabajadores que son empleados a destajo a quienes muchas veces no conocen personalmente.

Los microempresarios del teletrabajo, además de contar con las herramientas tecnológicas, deben proveerse de habilidades de mercadeo para promocionar sus actividades en internet, a través de un sitio web o usando las redes sociales, o en otros espacios, a fin de captar clientela, nuevamente de acuerdo con Joaquín Pereira en su libro arriba mencionado.

El teletrabajador puede ser una persona sin profesión definida, pero con intereses dirigidos hacia la utilización de internet, cuyo manejo le permite adquirir destrezas operativas que son apreciadas por los potenciales empleadores en el área de informática o que le servirán para fundar su propia empresa.

El teletrabajo puede ser aplicado por profesionales de áreas muy diversas. Desde la corrección de textos, traducciones y redacción de artículos, hasta el desarrollo de aplicaciones de software, contabilidad, consultoría, diseño gráfico y enseñanza a distancia. Para este tipo de teletrabajadores, debido a los espacios físicos donde llevan a cabo sus funciones que generalmente están en sus domicilios, se creó en Estados Unidos y Europa el termino SOHO, que significa “small office/home office”, es decir, “oficina pequeña/oficina en casa”.

Ni para cobrar es necesario que un teletrabajador se desplace hasta la empresa que lo contrató. Puede recibir su pago a través de giros bancarios, transferencias electrónicas o cheques personales y efectivo entregado por mensajeros.

Otros tipos de teletrabajos son las oficinas-satélite, que pertenecen a la misma empresa, pero que son independientes de la sede corporativa. Los telecentros —que son centros compartidos por varias empresas, fundamentalmente pequeñas y medianas que comparten los costos, y que no tienen que encontrarse necesariamente en la misma ciudad o país de la empresa o empresas que lo componen— también son espacios donde se ofrecen servicios y se generan actividades que incluyen el acceso a nuevas tecnologías para el desarrollo social y económico de la comunidad. Por último, están los telecottages, que generalmente se asocian con instalaciones en granjas, pueblos pequeños, ayuntamientos y locales de escuelas públicas ubicados en zonas rurales. Estos suelen conformar una mezcla de negocio, política de empleo y altruismo, pues con ellos se intenta retener a la población autóctona y atraer incluso a población preparada que suele vivir en grandes centros urbanos.

El teletrabajo es una visión del cambio en todas sus facetas: entorno, herramientas, tecnologías, organización del trabajo, edificios, urbanismo y ciudades, etc. Y, sobre todo, busca la integración de todo aquello en lo que ahora se conoce como “ambiente inteligente”.

Es difícil que las personas preparadas para la economía industrial entiendan esto, pero ya es una realidad en muchos lugares y empresas del mundo. ¿Cuánto tiempo tenemos que esperar para volverlo una realidad masiva en nuestros países?

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